Por: Jorge Andrada, Presidente del Ilustre Colegio Oficial de Enfermería de Madrid
Jorge Andrada, Presidente del Ilustre Colegio Oficial de Enfermería de Madrid
Cuando nos adentramos en el final de lo más duro de la pandemia, parece un buen momento para rememorar y sacar algunas conclusiones sobre el papel que desempeñó y sigue desempeñando los profesionales sanitarios en la solución de esta crisis sanitaria de orden mundial. Y, además, hay que recordar que fueron ellos los que no dudaron jamás en anteponer su propia seguridad para salvar miles de vidas. Manifiesto una vez más el reconocimiento del Colegio de Enfermería de Madrid a todos los profesionales sanitarios por su grandeza, su entrega y su amplitud de miras, especialmente, a nuestras enfermeras y enfermeros. Nadie como ellos ha estado a la altura de las circunstancias.
Cuando comenzó la crisis, el secretario general de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, dijo que, “La seguridad del personal de salud durante esta pandemia es fundamental para que las comunidades puedan superar la enfermedad. Los trabajadores de la salud no solo salvan vidas en medio de la Covid-19, sino que también preservan la continuidad de los servicios sanitarios vitales para proteger a las personas de accidentes y de otras enfermedades”.
Pudimos comprobar entonces que sus palabras eran certeras. Los profesionales sanitarios se jugaron la vida, e incluso, pagaron con ella para salvar la de los demás. La falta de medidas de seguridad que tuvieron sobre todo al comienzo de la pandemia fue uno de los principales factores que marcaron las vivencias de nuestros compañeros durante los primeros momentos.
Unos profesionales que estuvieron literalmente abandonados a su suerte en cuanto a seguridad durante los primeros momentos, circunstancia que desde el Colegio de Enfermería de Madrid tratamos de solucionar dentro de nuestras posibilidades.
La primera medida que tomamos como Colegio fue contactar con el entonces ministro de Sanidad para manifestarle nuestra gran preocupación por la grave carencia de medios de protección. Tengo que decir que, a raíz de ese escrito, el ministro autorizó la compra directa de material por parte de instituciones y entidades.
También nos dirigimos en reiteradas ocasiones al gobierno de la Comunidad de Madrid, a la Consejería de Sanidad y a las diferentes direcciones generales competentes, para reivindicar, entre otras cosas, todas las necesidades de material para la seguridad de las enfermeras y enfermeros.
Ante la falta de medidas protectoras, el Colegio se puso manos a la obra. Abrimos una línea de gasto de medio millón de euros para adquirir material necesario que entregamos a todos aquellos centros que nos lo demandaban. Como ejemplo, diremos que adquirimos 100 mil mascarillas FFP2 y 2.000 trajes de protección.
Estos son solo algunos ejemplos de la preocupación que tuvo nuestro Colegio por nuestros compañeros desde el comienzo de la crisis y por sumar nuestros esfuerzos a todas las iniciativas que se fueron poniendo en marcha de forma paulatina, tomando, incluso, la iniciativa de algunas de ellas, como he descrito anteriormente.
Lo que es evidente es que la pandemia ha dejado al descubierto algunas graves carencias de nuestro sistema sanitario. Una de ellas y quizá la más importante, la de garantizar la seguridad y la protección de nuestros profesionales sanitarios y de la sociedad en su conjunto. Hoy en día, la mascarilla es parte inherente a nuestra fisonomía. Un hecho que nunca hubiéramos pensado en que podría llegar a pasar fuera del contexto sanitario.
Con la ayuda de la vacuna estamos comenzando a vislumbrar un futuro más amable y sano. Pero no podemos olvidar que gestos tan fáciles como lavarse las manos, mantener la distancia de seguridad y seguir llevando la mascarilla es fundamental también en épocas donde otras enfermedades víricas hacen estragos en la salud de la población.